El amor a los placeres mundanos
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pueden renunciar a los malos hábitos y compañías, creyendo que el
Señor, por el poder de su Espíritu, les dará fuerza para vencer.
La fidelidad en las cosas pequeñas
Los esfuerzos individuales, constantes, unidos, serán recompen-
sados con el éxito. Los que desean hacer mucho bien en nuestro
mundo deben estar dispuestos a hacerlo al modo de Dios: realizando
cosas pequeñas. El que desea alcanzar las mayores alturas en sus
hechos y progresos, realizando algo grande y maravilloso, no llegará
a hacer nada.
El progreso constante en una buena obra, la repetición frecuente
de una clase de servicio fiel, es de más valor a la vista de Dios que el
hacer una gran obra, y granjeará a los jóvenes una buena reputación
dando carácter a sus esfuerzos...
Los jóvenes pueden hacer bien trabajando para salvar almas.
Dios los tiene por responsables del uso que hacen de los talentos que
se les ha confiado. Propónganse una meta elevada los que dicen ser
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hijos e hijas de Dios. Empleen toda facultad que Dios les ha dado
(
Youth’s Instructor,
enero 1, 1907
).
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Anhelos no satisfechos
El continuo deseo de diversiones placenteras revela los profun-
dos anhelos del alma. Pero los que beban de esta fuente de placer
mundano hallarán que la sed de su alma no quedará aún satisfecha.
Se engañan; confunden la alegría con la felicidad; y cuando cesa la
excitación, muchos se hunden en las profundidades del desaliento y
la desesperación. ¡Qué locura, qué insensatez, abandonar la “fuen-
te de agua viva” por las “cisternas rotas
del placer mundano!—
Fundamentals of Christian Education, 422
.
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Jeremías 2:13