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Capítulo 24—Hacia adelante y hacia arriba
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Desearia poder describir la belleza de la vida cristiana. Empezan-
do en la mañana de la vida, gobernado por las leyes de la naturaleza
y de Dios, el cristiano avanza progresivamente hacia adelante y hacia
arriba, acercándose cada día más a su hogar celestial, donde lo espe-
ra una corona de vida, y un nombre nuevo, “el cual ninguno conoce
sino aquel que lo recibe”
Crece constantemente en felicidad, en
santidad, en utilidad. El progreso de cada año excede al del año
anterior.
Dios ha dado a los jóvenes una escalera que han de ascender; una
escalera que llega de la tierra al cielo. Dios está por encima de esa
escalera, y los rayos de su gloria iluminan cada peldaño. Observa
a los que van subiendo, listo para enviar ayuda cuando la mano
afloja y el paso vacila. Sí, decidlo con palabras llenas de ánimo, que
ninguno de los que suben perseverantemente por esa escalera dejará
de obtener entrada en la ciudad celestial.
Satanás presenta muchas tentaciones a los jóvenes. Juega el par-
tido de la vida para obtener sus almas, y no dejará de probar un solo
medio para engañarlos y arruinarlos. Pero Dios no los deja luchar sin
ayuda contra el tentador. Tienen ellos un Ayudador todopoderoso.
Mucho más fuerte que su enemigo es Aquel que en este mundo,
y en forma humana, hizo frente y venció a Satanás, resistiendo toda
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tentación que hoy día sobreviene a los jóvenes. El es su Hermano
Mayor. Siente hacia ellos profundo y tierno interés. Los vigila cons-
tantemente, y se regocija cuando tratan de agradarle. Cuando oran,
él mezcla con sus oraciones el incienso de su justicia, y las ofrece
a Dios como sacrificio fragante. En su fuerza pueden los jóvenes
soportar la dureza como buenos soldados de la cruz. Fortalecidos
con su poder, son hechos aptos para alcanzar los elevados ideales
que tienen delante. El sacrificio hecho en el Calvario es la prenda de
su victoria.
Apocalipsis 2:17
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