Página 103 - El Ministerio M

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Deberes evangelísticos
Nuestros médicos necesitan un discernimiento más profundo de
la obra evangelizadora que Dios espera que realicen. Deben recordar
que si no trabajan por la sanidad del alma como lo hacen por la
curación del cuerpo, no están siguiendo el ejemplo del gran Médico
Misionero. Que estudien la Palabra de Dios con diligencia para
que puedan familiarizarse con sus promesas, y con ternura y amor
dirigir la atención de los pecadores hacia el gran Médico. Nuestros
sanatorios se establecieron con el objeto de llevar sanidad tanto
espiritual como física a los enfermos.
El médico debe ser un constante receptor de la gracia de Cristo.
Debe recordar que el médico temeroso de Dios está autorizado
para considerarse un obrero juntamente con Dios. El Salvador está
deseoso de ayudar a todos los que acuden a él en busca de sabiduría y
claridad de pensamiento. ¿Y quién necesita más sabiduría y claridad
de pensamiento que el médico, de cuya decisión depende tanto?
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El Señor desea que nuestros médicos colaboren con él en su
manera de tratar a los enfermos, y que demuestren más fe y utilicen
menos medicamentos. Confiemos en Dios. Nuestra fe es débil, y
nuestro corazón permanece sin cambiar. Dios quiere que se produzca
un cambio. Dice: “Os daré un corazón nuevo”. Cuando esta promesa
se cumpla para el pueblo de Dios, la condición de las cosas será muy
diferente de lo que es ahora.—
Manuscrito 14, 1904
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