Página 106 - El Ministerio M

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A un joven médico desanimado
Siento profunda simpatía por usted. El Señor no lo ha aban-
donado. Él es un Dios de tierna compasión y admirable amor y
benignidad, que no desea que usted ande en tinieblas. No necesita
retraerse, porque el Señor dice: “Su vida no necesita ser un fracaso.
Haré que me pertenezca. Le mostraré que aprecio su alma. Con-
tenderé con él y lo levantaré. Él no debe perecer. Tengo una obra
especial para que él la realice. Si él se une conmigo, si cree en mí y
si trabaja para mí, sus puntos más débiles de carácter, a pesar de sus
fracasos anteriores, llegarán a ser sus puntos más fuertes”.
No concentre su mente en el ejemplo defectuoso de los cristianos
nominales. Por cierto que usted verá en la vida de ellos cosas que no
son correctas. Pero si usted insiste en contemplar sus faltas, llegará a
ser como ellos. En lugar de fijarse en la vida de sus congéneres, mire
a Jesús. No verá en él imperfección alguna, sino perfección, justicia,
benignidad, misericordia y verdad. Adopte al Salvador como su
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ejemplo en todas las cosas. Por mirar a los hombres en lugar de
contemplar a Jesús usted ha cometido su grave error.
Sin excusa
Usted no tiene excusa para vivir una vida no cristiana. Cristo
vino a este mundo, sujeto a la voluntad de su Padre, con un propósito
sumamente importante: mostrar a los hombres y las mujeres lo que
Dios desea que sean y lo que por su gracia pueden llegar a ser. Vino
para mostrar a los seres humanos cómo es un carácter a la semejanza
del cielo.
Pero la intención de esta carta no es condenarlo, sino animarlo a
que aparte la vista de los ejemplos pecaminosos y en cambio la fije
en el Ejemplo perfecto, y dirigir su atención hacia la senda de paz
y santidad. El misericordioso amor de Dios continúa siendo para
usted. Pero él desea que adopte un sistema de vida mejor que el que
ha tenido en el pasado. Esto no lo conseguirá manteniendo la vista
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