Página 114 - El Ministerio M

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¿Debe gobernar el yo?
Es preciso que cada médico se examine íntima y críticamente.
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¿Cómo está su condición religiosa? ¿Permite que su yo gobierne?
¿Da un lugar supremo a sus propios deseos? ¿Mantiene siempre
delante de sí la gloria de Dios? ¿Aprende cada día de Jesús? Si ésta
es su experiencia, entonces las personas con quienes se relaciona
serán conducidas más cerca del Salvador. ¿Por qué? Porque usted
contempla constantemente a Aquel que es el camino, la verdad y la
vida...
Tentación a sentirse autosuficiente
Quiero decir que existe el peligro de que nuestros médicos actúen
por cuenta propia, pensando que son los que mejor entienden lo
que deberían hacer. Piensan que los que les ofrecen consejos no
comprenden sus capacidades ni aprecian su valor personal. Ésta
es la piedra de tropiezo que ha hecho caer a algunos. Usted no es
inmune a la tentación de pensar que puede hacer mejor trabajo solo
que cuando está conectado con sus hermanos. Los que piensan de
este modo son precisamente los que más necesitan el compañerismo
y la ayuda de sus colaboradores en el trabajo.
Hermano mío, el Señor cuenta con su ayuda en su obra. ¿Está
dispuesto usted a ser su mano ayudadora? Sería un grave error de su
parte aceptar una posición mundana, en la que no pudiera llevar a
cabo el trabajo misionero que Dios desea que realice. No cometa este
error. Colóquese bajo la dirección del Médico Misionero más grande
que el mundo haya conocido. Bajo su dirección, usted aumentará
sus habilidades para efectuar su obra.
El pueblo del Señor debe dar testimonio por medio de vidas
semejantes a la de Cristo, de que Dios tiene un pueblo en la tierra
que representa al grupo santo que se congregará alrededor del trono
de Dios cuando los redimidos se reúnan en la Ciudad Santa. Quienes
en esta tierra aman y obedecen a Dios se encontrarán entre los fieles,
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