Ocultando el yo en Cristo
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recordativo se erigió para dirigir la atención de todos hacia Dios e
inducirlos a perder de vista al hombre.
Este hombre no causó oprobio alguno a la causa de Cristo. Le
digo, apreciado hermano, que en Cristo podemos hacer todas las
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cosas. Es animador recordar que ha habido médicos consagrados a
Dios, que fueron guiados y enseñados por él; y puede haber otros
iguales ahora: médicos que no exaltan el yo, sino que se comportan
y trabajan teniendo como objetivo la gloria de Dios, que son fieles
a los principios, fieles al deber, que siempre buscan a Cristo por su
luz...
Al examinar los registros del pasado, encontramos a médico tras
médico calificados para ministrar tanto al alma como al cuerpo, y
algunos continúan haciéndolo. Acicateados por los peligros de su
profesión, buscaron la sabiduría de Dios y fueron guiados por su
Espíritu por la senda cuyo final es la gloria...
El médico que teme y ama a Dios anhela revelar a Jesús al
alma enferma de pecado, y decirle cuán gratuita y completa es la
provisión hecha por el Redentor que perdona los pecados. “Su tierna
misericordia abarca todas sus obras”; pero para la humanidad se
ha hecho una provisión más amplia aún, y abunda la promesa que
señala hacia Jesús como la Fuente abierta para lavar el pecado y
la inmundicia. ¿Qué puede alivianar tanto el corazón, qué puede
difundir tanta luz en el alma, como sentir que sus pecados están
perdonados? La paz de Cristo es vida y salud.
Entonces, que el médico comprenda que debe rendir cuentas y
mejorar sus oportunidades de revelar a Cristo como un Salvador que
perdona. Que tenga una elevada consideración por las almas y que
haga todo lo posible a fin de ganarlas para Cristo y la verdad. Que
el Señor ponga su Espíritu sobre los médicos y les ayude a trabajar
con inteligencia por el Maestro porque aman a Jesús y las almas por
quienes Cristo murió.—
Manuscrito 17, 1890
.
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Para estudio adicional
El médico cristiano:
Consejos sobre la salud, 318-383
;
Testimo-
nies for the Church 6:229-234
;
Testimonies for the Church 4:566-
569
;
El Ministerio de Curación, 75-86
;
Testimonies for the Church
6:243-253
.