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El Ministerio Médico
obreros inteligentes. En su celo, el conocimiento de muchas cosas
les parece sin importancia. Pasan rápidamente por la superficie, y no
penetran hondamente en la mina de la verdad, para adquirir por un
proceso lento y esmerado una experiencia que los habilitaría para ser
de ayuda especial a los demás. Queremos que nuestros estudiantes
de medicina sean hombres y mujeres muy cabales, que consideren
como su deber aprovechar todo talento a ellos confiado, a fin de que
puedan duplicar finalmente su capital.
La luz que Dios ha dado en los lineamientos médico-misioneros
no hará que su pueblo sea considerado como inferior en el cono-
cimiento médico científico, sino que lo colocará en la más alta
eminencia. Dios quiere que se destaque como un pueblo sabio y
comprensivo porque cuenta con su presencia. En la fuerza de aquel
que es la fuente de toda sabiduría y de toda gracia, pueden vencerse
los defectos y la ignorancia.
Un alto objetivo
Procure cada estudiante de medicina alcanzar una norma elevada.
Bajo la disciplina del mayor de los maestros nuestro curso debe
ser siempre ascendente, hacia la perfección. Todos los que están
relacionados con la obra médica misionera deben aprender. Nadie
se detenga para decir: “No puedo hacer esto.” Más bien diga: “Dios
quiere que yo sea perfecto. Espera que trabaje apartado de todo lo
común y vil, y que me esfuerce por alcanzar lo que sea de la más
alta calidad.”
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Hay un solo poder que puede hacer de los alumnos de medicina
lo que debieran ser y mantenerlos firmes: la gracia de Dios y la
fuerza de la verdad, al ejercer su influencia salvadora sobre la vida y
el carácter. Los estudiantes que se proponen servir a la humanidad
doliente no hallarán fin a sus estudios antes de llegar al cielo. Debe
adquirirse el conocimiento que se llama ciencia, y al mismo tiempo
el que lo busca ha de reconocer diariamente que el temor de Dios
es el principio de la sabiduría. Todo lo que fortalezca la mente debe
cultivarse al máximo posible; y a la vez, se debe buscar a Dios en
procura de sabiduría; porque a menos que uno sea guiado por la
sabiduría de lo alto, llegará a ser fácil presa del poder engañador de