Página 147 - El Ministerio M

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El estudiante de medicina
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Especialmente los que estudian medicina en las escuelas del
mundo, deben protegerse contra la contaminación de las malas in-
fluencias que los rodean constantemente. Cuando sus instructores
son hombres sabios según el mundo, y sus condiscípulos son in-
crédulos que no piensan seriamente en Dios, hasta los cristianos
experimentados corren el riesgo de verse afectados por la influencia
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de su trato con los irreligiosos. Sin embargo, algunos han segui-
do la carrera de medicina y han permanecido fieles a los buenos
principios. No quebrantaron el sábado por causa de sus estudios; y
demostraron que los hombres pueden prepararse para los deberes de
un médico sin chasquear las expectativas de quienes los estimularon
a completar su educación.
El bienestar de los pacientes
Al preparar obreros que cuiden de los enfermos, incúlquese en
el estudiante el pensamiento de que su objeto más elevado debe
ser siempre atender el bienestar espiritual de sus pacientes. Debe
aprender a repetir las promesas de la Palabra de Dios y ofrecer diaria-
mente oraciones fervientes, mientras se está preparando para servir.
Ayúdesele a comprender que debe recordar siempre a sus pacientes
la influencia suavizadora y santificadora del gran Médico misione-
ro. Si pueden hacer que los dolientes comprendan que Cristo es su
Salvador compasivo y lleno de simpatía, esos enfermos obtendrán el
descanso mental indispensable para recobrar la salud.
La educación preparatoria
Debido a las tentaciones peculiares que nuestros jóvenes afrontan
en las facultades de medicina del mundo, se debería hacer provisión
para impartir preparación médica en nuestras propias instituciones,
con profesores cristianos. Nuestras escuelas mayores de las dife-
rentes uniones, deben colocarse en la posición más favorable para
capacitar a nuestros jóvenes a fin de que satisfagan los requerimien-
tos de ingreso que exigen las leyes del Estado para los que quieren
estudiar medicina. Deben obtenerse los profesores de más talento,
para que nuestras escuelas se pongan a la altura debida. Los jóvenes
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y los de más edad que deseen prepararse para un trabajo que requiera