El estudiante de medicina
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sacrifica constantemente la fidelidad a Dios. La verdad, la verdad
de Dios, debe ser acariciada en el alma y conservada con la fuerza
del cielo, o el poder de Satanás la arrebatará. Nunca alberguéis el
pensamiento de que un médico honrado y veraz no puede tener éxito.
Un sentimiento tal deshonra al Dios de la verdad y la justicia. Puede
tener éxito porque tiene de su parte a Dios y al cielo. Rechácese
severamente todo cohecho ofrecido para disimular. Aferraos a vues-
tra integridad con la fuerza de la gracia de Cristo, y él cumplirá la
palabra que os ha dado.
El estudiante de medicina, por joven que sea, tiene acceso al Dios
de Daniel. Por la gracia y el poder divinos puede llegar a ser tan
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eficiente en su vocación como Daniel lo fue en su exaltada posición.
Pero es un error considerar la preparación científica como lo de
más importancia, mientras se descuidan los principios religiosos que
son el fundamento del éxito en el ejercicio de la profesión. Muchos
que desprecian el pensamiento de que necesitan confiar en Cristo
para obtener sabiduría en su trabajo son alabados como hombres
hábiles en su profesión. Pero si estos hombres que confían en su
conocimiento de la ciencia, fuesen iluminados por la luz del cielo, ¡a
cuánta mayor excelencia podrían llegar! ¡Cuánto más fuertes serían
sus facultades y con cuánta mayor confianza podrían tratar los casos
difíciles! El hombre que está íntimamente relacionado con el gran
Médico tiene a su disposición los recursos del cielo y de la tierra, y
puede trabajar con una sabiduría y una precisión infalibles, las que
el impío no puede poseer.
Como Enoc, el médico debe andar con Dios. Esto será para él una
salvaguardia contra todos los sentimientos engañosos y perniciosos
por los cuales muchos se tornan infieles y escépticos. La verdad
de Dios, practicada en la vida y seguida constantemente como guía
en todo lo que concierne a los intereses de los demás, hará de los
principios celestiales una barricada para el alma. Dios no se olvidará
de nuestras luchas por mantener la verdad. Cuando pongamos toda
palabra que procede de la boca de Dios por encima de la política
mundana, por encima de todos los asertos del hombre falible y
errante, seremos guiados en todo lo bueno y santo.
El médico cristiano, en su aceptación de la verdad por los votos
bautismales, se ha comprometido a representar a Cristo, el Médico
jefe. Pero si él no se mantiene en guardia estricta y permite que se