Página 17 - El Ministerio M

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real de sus escritos en el campo de la salud, ella respondió franca y
simplemente, después de referirse a la visión del 6 de junio de 1863:
“Yo no leí ninguna obra sobre salud hasta después de escribir
Spiritual Gifts
(Dones espirituales), tomos III y IV,
Una apelación a
las madres,
y hasta después de haber bosquejado la mayoría de mis
seis artículos para los seis Números de
Cómo vivir
. ...
“Al presentar el tema de la salud a amigos donde yo trabajaba
en Míchigan, en New England y en el Estado de Nueva York, y al
hablar en contra de las drogas y la alimentación a base de carne,
y en favor del agua, el aire puro y una dieta apropiada, a menudo
la respuesta era: ‘Usted habla muy parecido a las opiniones que se
enseñan en
Las leyes de la vida
y otras publicaciones de los doctores
Trali, Jackson y otros. ¿Ha leído usted esa publicación y esas obras?’
Mi respuesta fue que no lo había hecho, ni las había leído hasta
después de escribir completamente mis puntos de vista, no fuera que
se llegara a decir que había recibido mi luz sobre el tema de la salud
de parte de los médicos, y no del Señor”.—
The Review and Herald,
8 de octubre de 1867
.
De nuevo ese año al referirse a sus escritos sobre el tema de la
salud, ella declaró:
“Mis puntos de vista fueron escritos independientemente de los
libros o de las opiniones de otros”.—
Manuscrito 7, 1867
.
Ciertos hombres líderes en nuestras filas en 1864 comentaron
[xii]
acerca de este punto en conexión con la publicación del artículo
de Elena G. de White en
Una apelación a las madres
. Después
de la presentación de 29 páginas que ella hace, se introdujo cierto
testimonio médico allí. Entre el artículo de Elena G. de White y
estas declaraciones de otros escritores, los fideicomisarios de la Aso-
ciación Publicadora de los Adventistas del Séptimo Día insertaron
la siguiente nota significativa:
“Hemos creído pertinente añadir a lo anterior los siguientes testi-
monios de hombres de alta posición y autoridad en el mundo médico,
que corroboran los puntos de vista presentados en las páginas pre-
cedentes. Y en justicia a la escritora de aquellas páginas, diríamos
que no había leído nada de los autores aquí citados, ni había leído
otros trabajos sobre este tema, en forma previa a colocar en nuestras
manos lo que ella ha escrito. Ella no es, por lo tanto, una plagia-
ria, a pesar de haber declarado verdades importantes a favor de las