La verdad fortalece el entendimiento
La Palabra de Dios, considerada y estudiada como debe ser,
producirá luz y conocimiento. Su examen atento fortalecerá el inte-
lecto. Por medio del contacto con las verdades más ennoblecedoras
y puras, se ampliará la mente, y refinará el gusto.
Dependemos de la Biblia para obtener un conocimiento de la
historia antigua de nuestro mundo, de la creación del hombre, y de su
caída. Quitad la Palabra de Dios, y ¿qué más se puede esperar fuera
de fábulas y conjeturas, además del debilitamiento del intelecto que
es el resultado seguro de dar cabida al error? Necesitamos la historia
auténtica del origen de la tierra, de la caída del querubín cubridor
y de la introducción del pecado en nuestro mundo. Sin la Biblia,
seríamos deslumbrados por falsas teorías. La mente se sujetaría a
la tiranía de la superstición y la falsedad. Pero teniendo en nuestra
posesión la historia auténtica del comienzo de nuestro mundo, no
tenemos por qué enredarnos con conjeturas humanas y teorías que
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no son de fiar.
Doquiera estén los cristianos, pueden sostener comunión con
Dios, y disfrutar de la información científica santificada. Pueden
tener la mente fortalecida aun como la de Daniel. Dios le dio a él
“conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias”.
El efecto mental de recibir el error
La mente de la cual el error una vez se ha posesionado nunca
puede extenderse libremente hacia la verdad, aun después de la in-
vestigación. Las antiguas teorías reclamarán reconocimiento. La
comprensión de las cosas que son verdaderas, elevadas y santifica-
das será confusa. Las ideas supersticiosas penetrarán en la mente
para mezclarse con la verdad, y serán siempre devastadoras en su
influencia. El conocimiento cristiano lleva su propia estampa de
superioridad sin medida en todo lo que concierne a la preparación
para la vida inmortal y futura. Éste distingue al lector y creyente en
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