Un conocimiento correcto de Dios
Tengo un mensaje que dar a los que se sienten seguros de estar
preparados para hacer la obra médica misionera. ¿Son conscientes
los que están comprometidos en esta labor, de que nos estamos acer-
cando al fin de la historia de esta tierra, y que debemos comprender
plenamente la obra que está delante de nosotros? Lo primero que los
médicos misioneros deben hacer es obtener un concepto correcto de
Dios, no una concepción basada en su propio juicio humano, sino
en un estudio constante de la Palabra de Dios y del carácter y la vida
de Cristo.
La Palabra de Dios y sus obras contienen el conocimiento de sí
mismo que él ha decidido revelarnos. Podemos entender la revela-
ción que él así nos ha dado de sí mismo. Pero es con temblor y temor,
y con un sentido de nuestra propia pecaminosidad, como debemos
emprender este estudio; no con un deseo de tratar de explicar a Dios,
sino de obtener el conocimiento que nos habilitará para servirle más
aceptablemente.
Que nadie se aventure a explicar a Dios. Los seres humanos
no pueden explicarse ellos mismos, y ¿cómo entonces se atreven a
explicar al Omnisciente? Satanás está listo para dar a los tales falsos
conceptos de Dios.
A los curiosos tengo que decirles que Dios me ha instruido refe-
rente a no fraguar respuestas a las preguntas de los que se inquietan
con relación a lo que no se ha revelado. Las cosas reveladas son para
nosotros y para nuestros hijos. Más allá de esto, los seres humanos
no deben intentar aventurarse. No debemos tratar de explicar lo que
Dios no ha revelado. Debemos estudiar la revelación que Cristo, el
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Gran Maestro, ha dado del carácter de Dios, para que en espíritu,
palabra y obra lo podamos representar ante quienes no lo conocen.
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