Página 185 - El Ministerio M

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Un conocimiento correcto de Dios
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Donde el silencio es elocuencia
Concerniente a la personalidad y a las prerrogativas de Dios,
dónde está él y lo que él es, este es un tema que no debemos atre-
vernos a tocar. Sobre estos temas el silencio es elocuencia. Quienes
no tienen un conocimiento experimental de Dios son los que se
aventuran a especular acerca de él. Si supieran más de él, tendrían
menos que decir acerca de lo que él es. El que en su vida diaria tiene
una comunión más íntima con Dios y posee el conocimiento más
profundo de él, es más consciente de la completa imposibilidad de
los seres humanos para explicar al Creador...
Dios siempre ha sido. Él es el gran Yo Soy. El salmista declara:
“Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo,
desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”.. Él es el Alto y Sublime
que habita la eternidad. “Yo soy el Señor, yo no cambio,” declara él.
Con él no hay variabilidad, ni sombra de cambio. Él es “el mismo
ayer, y hoy, y por los siglos”. Él es infinito y omnipresente. No hay
palabras humanas que puedan describir su grandeza y majestad.
La sencillez de las enseñanzas de Cristo
La enseñanza bíblica de Dios es la única enseñanza segura para
que los seres humanos acepten. Debemos regular nuestra fe por un
claro “Así dice el Señor”. El conocimiento de sí mismo que Dios
desea que obtengamos de su Palabra, si es introducido en la vida
diaria, producirá hombres y mujeres fuertes para resistir el mal y los
habilitará para representar al Señor.
Necesitamos estudiar la sencillez de las enseñanzas de Cristo. Él
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insiste en la necesidad de oración y humildad. Estas son nuestras
salvaguardias contra los razonamientos erróneos por medio de los
cuales Satanás busca desviarnos hacia otros dioses, e inducirnos a
aceptar teorías distorsionadas, vestidas por él como túnicas de luz.
Un hombre espiritualmente ciego es guiado fácilmente por quie-
nes aprovechan toda oportunidad favorable para presentar teorías y
conjeturas referentes a Dios. El que es engañado por Satanás imparte
entonces a su prójimo la nueva luz que supone ha recibido, como
Eva colocó el fruto prohibido en la mano de Adán. Los paganos