El asunto previsto
Se me ha advertido (1890) que de aquí en adelante tendremos
una confrontación constante. La ciencia, así llamada, y la religión
estarán en oposición porque el hombre finito no comprende el poder
y la grandeza de Dios. Estas palabras de la Santa Escritura se me
presentaron: “Y de vosotros mismos se levantarán hombres que
hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.”
Esto se verá con seguridad dentro del pueblo de Dios, y ha-
brá personas incapaces de percibir las verdades más maravillosas
e importantes para este tiempo, verdades que son esenciales pa-
ra su propia seguridad y salvación, mientras asuntos que son en
comparación como los más pequeños átomos, asuntos en los cuales
escasamente hay un grano de verdad, se ventilan ampliamente y
son magnificados por el poder de Satanás para hacerlos aparecer
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como de máxima importancia. La visión moral de estos hombres
es enfermiza; no sienten su necesidad de la unción celestial para
poder discernir las cosas espirituales. Se consideran ellos mismos
demasiado sabios para errar.
Las personas que no tienen una experiencia diaria en las cosas
de Dios no se comportarán con sabiduría al relacionarse con las
responsabilidades sagradas; tomarán equivocadamente la luz como
si fuera error, y al error especioso llamarán luz: cambiando fantasmas
por realidades y realidades por fantasmas, llamando mundo a un
átomo y átomo a un mundo. Caerán en los engaños y las fantasías
que Satanás ha preparado como trampas escondidas para atrapar
los pies de los que piensan que pueden caminar en su sabiduría
humana sin la gracia especial de Cristo. Jesús busca a hombres que
vean: que no vean a hombres como árboles que caminan, sino que
vean todas las cosas con claridad. Hay un solo remedio para el alma
pecaminosa, y a menos que se reciba ese remedio, la gente aceptará
un engaño tras otro hasta que se perviertan sus sentidos...
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