La salud por medio del servicio a los demás
Las personas que, hasta donde les es posible, se comprometen
en la obra de hacer bien a su prójimo por medio de demostraciones
prácticas de su interés en ellos, no sólo alivian enfermedades de
la vida humana al ayudarles a llevar sus cargas, sino que a la vez
contribuyen ampliamente a beneficiar su propia salud del alma y
del cuerpo. Hacer el bien es una obra que beneficia tanto al dador
como al receptor. Si olvidáis el yo en vuestro interés por los demás,
ganáis una victoria sobre vuestras enfermedades. La satisfacción
que experimentaréis al hacer el bien os ayudará ampliamente en la
recuperación del tono saludable de la imaginación.
El placer de hacer el bien anima la mente y vibra a través de
todo el cuerpo. Al par que el rostro de los benevolentes se ilumina
de gozo, y sus expresiones denotan la elevación moral de la mente,
los egoístas y mezquinos se ven desanimados, abatidos y pesimistas.
Sus defectos morales se reflejan en su rostro...
Inválidos, os aconsejo que emprendáis algo. Ejercitad vuestro
poder de decisión, y al menos haced algo con este poder. Separad
vuestros pensamientos y afectos de vosotros mismos; caminad por
fe. Si estáis inclinados a centrar vuestros pensamientos en vosotros
mismos, temiendo al ejercicio y medrosos de que si os exponéis al
aire perderéis la vida; resistid estos pensamientos y sentimientos.
No os rindáis ante vuestra imaginación enfermiza.—
Testimonios
para la Iglesia 2:473
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