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El Ministerio Médico
engaños mundanos se convertirán en elementos supremos en su
vida. ¿Por qué? Porque la Palabra de Dios le llegará a ser antipática;
porque el corazón no está dispuesto a ser moldeado y labrado por el
Espíritu Santo. La voluntad no se le ha dado a Dios; por lo tanto, se
manifiesta enemistad hacia él. Los impulsos naturales del corazón,
ministrando al hombre natural, se eligen para que tomen el control...
Mi hermano, mientras usted acaricie sus propias suposiciones
considerándolas como verdad, Dios no puede iluminarlo. Con su
forma actual de carácter, usted es incapaz de comprender la mejor
dirección a seguir al introducir principios para que descansen sobre
una base sólida. Su más grande consideración es: “¿Se reconoce
mi posición personal? ¿Se me considera como se debe a la hora de
tomar decisiones?” Sus ideas egoístas nunca deben convertirse en el
poder regidor en ningún sanatorio. Usted debe mezclarse con otros
hombres y mujeres de entendimiento...
Nuestros médicos no deben contentarse con una conversión a
medias. Necesitan colocar toda su confianza en Cristo. Entonces
los latidos saludables de un nuevo corazón cambiarán la atmósfera
que rodea el alma. Asegúrese de que es aceptado por Cristo al tener
la seguridad de confiar en los méritos de un Salvador crucificado y
resucitado. La justicia de él debe ser la suya. Él lo hizo todo en favor
de usted, y cuando lo recibe, usted está justificado ante la presencia
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de Dios.—
Carta 121, 1901
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