Página 223 - El Ministerio M

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Un sistema peligroso de cura mental
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Satanás puede controlar el cuerpo por medio de la mente
Dios no ha dado un solo rayo de luz o de aliento a nuestros
médicos para que emprendan la obra de hacer que una mente controle
por completo la mente de otra persona, de modo que alguien haga la
voluntad de otro. Aprendamos las sendas y los propósitos de Dios.
Que el enemigo no obtenga la más mínima ventaja sobre usted. No
permita que él lo lleve a atreverse a controlar a otra mente hasta que
ésta se convierta en una máquina en sus manos. Esta es la ciencia
de la conducta satánica. Así obra él cuando enlaza a los hombres
para vender el alma por el licor. Él toma posesión del cuerpo, la
mente y el alma y ya no actúa más el hombre; es Satanás quien
lo hace. Y la crueldad de Satanás se expresa cuando el borracho
levanta la mano para golpear a la esposa, a la que prometió amar y
reverenciar mientras durara su vida. Las acciones del borracho son
una expresión de la violencia de Satanás.
Peligro real
Ahora, mi hermano, considero que usted está en un verdadero
peligro. Le presento esto porque ahora sé que está en el gran peligro
de ser seducido por Satanás. Estamos viviendo en un tiempo cuando
toda clase de fanatismo buscará un lugar entre los creyentes y aun
entre lo incrédulos. Satanás vendrá hablando mentiras en forma
hipócrita. Todo lo que pueda inventar para engañar a los hombres y
a las mujeres será presentado ante ellos.
En la misma proporción en que los hombres pierden su sentido
de la necesidad de la religión vital, así se llenan con ideas comunes y
terrenas, las cuales exaltan como conocimiento maravilloso. Los mé-
dicos que pierden su asidero en Cristo se llenan de ideas de su propia
factura, las cuales consideran como alguna ciencia magnífica, para
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introducir en la profesión médica como algo nuevo y extraordinario.
He sido despertada a la temprana hora de la media noche para
escribirle estas cosas. Permítame decirle claramente que usted está
en una condición mental incierta, y que los esfuerzos que está ha-
ciendo para rescatarse usted mismo son en vano. Ningún hombre
puede servir a dos señores. Si trata de servir al mundo y al Señor
al mismo tiempo, el resultado será que la política mundanal y los