Nuestra actitud hacia las instituciones del señor
253
A estos mismos principios se llamó la atención de nuestros
hermanos y hermanas de la Asociación de Iowa en 1902. En una
comunicación dirigida a ellos está la siguiente instrucción:
La relación de los miembros de iglesia hacia los obreros
médicos
“Por medio de los votos bautismales, los miembros de iglesia
han hecho el pacto de permanecer bajo el control del Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo. Después de un tiempo, bajo la tentación, algunos
se separan de la influencia del Espíritu de Dios y sirven al enemigo.
Llegan a hablar necedades y se convierten en personas que crean
discordias. En vez de sanar y restaurar, hieren y destruyen.
“¡Cuán cuidadosa debe ser toda persona que dice amar y temer
a Dios con relación a la reputación de las instituciones que Dios
mismo ha establecido de acuerdo a su Palabra! Cuánto cuidado debe
tener todo profeso cristiano con la reputación de aquellos cuya labor
es traer alivio a los seres humanos enfermos. Los médicos necesi-
tan nervios sosegados. ¿No pueden comprender los hombres y las
mujeres que cuando tratan de herir y destruir constantemente la repu-
tación de los médicos nombrados por el Señor—a quienes se ha dado
una obra especial—, estos siervos de Dios sienten profundamente
las heridas hechas por sus palabras no santificadas? Se les hiere el
corazón con el espíritu de crítica, las connotaciones despectivas y el
[181]
ejemplo y las prácticas anticristianas de los que deberían levantarse
como apoyo de quienes actúan como la mano ayudadora de Dios.
La crítica imprudente y cruel
“Muchos cristianos profesos se han convertido en agentes de
Satanás, quien los utiliza para censurar y desanimar casi hasta la
muerte a los que Dios ha designado para hacer una obra muy impor-
tante. Se han proferido muchas palabras contrarias a los principios
de la verdad y la justicia, muchas palabras que crean suspicacia y
desconfianza. ¿No pueden ver las pobres almas que por largo tiempo
han estado estorbando, que por su conducta están sirviendo igno-
rantemente al enemigo de toda justicia? ¿Son incapaces de entender