Página 279 - El Ministerio M

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Labor del sanatorio como especulación
A una hora muy temprana fui despertada por la orden: “Escribe
las cosas que te he presentado”.
En la construcción del santuario se dieron tacto y pericia a los
israelitas. El Señor dará a su pueblo de hoy tacto y destreza para
realizar su obra. Les impartirá sabiduría a todos los que tengan
una parte en su causa; pero deben depender completamente de él:
estar dispuestos a ser controlados y guiados por él. Como pueblo,
debemos andar y trabajar como hombres y mujeres que dan cuenta
a Dios.
Hay quienes han tomado la obra del sanatorio bajo su propia
responsabilidad. Algunos han entrado en ella con ánimo de especu-
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lación; con la esperanza de hacer dinero. Su objetivo principal no
era tanto curar cuerpos y almas de enfermos como amasar fortuna.
Pero han tenido que comprender que la empresa de los sanatorios
significa mucho más de lo que anticipaban.
Muchas acciones injustas se hacen con la esperanza de obtener
ganancias. El Señor ha sido testigo de todas estas transacciones.
Ningún hecho injusto escapa a la vista del cielo. Al final se hallará
que todo lo que se obtiene de esta forma será pérdida, pérdida eterna.
Los obreros deben ser puros, santos y elevados
Nuestros sanatorios son los instrumentos de Dios, y deben erigir-
se firmemente en defensa de la verdad, haciendo que su influencia
sea una demostración viva del poder del evangelio. Tienen que ser
elevados, puros y santos, y deben realizar su labor siguiendo los
lineamientos de la reforma. Los que están relacionados con nues-
tros sanatorios deben subordinar el yo, autoexaminarse y cortar toda
injusticia de su práctica profesional.
Ni una hebra de egoísmo debe estar entretejida en la tela. Pero
esto ya se ha hecho, y continuará haciéndose a menos que el profeso
pueblo de Dios reciba el nuevo corazón que santifica la conducta.
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