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El Ministerio Médico
A menos que se reformen y cambien sus caracteres, serán dejados
fuera de la ciudad de Dios; pues por sus puertas no puede entrar
ninguna cosa inmunda. Sólo los que estén sin mancha, arruga ni
nada semejante podrán pasar el gran examen. La ambición profana
resultará en la ruina de muchas almas. Esta es la palabra que se me
ha instruido dar a todos los que dicen creer la verdad presente.
Alejamiento de los principios correctos
Hay hombres que se han dedicado a la obra de los sanatorios
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más con el propósito de obtener ganancias que por el deseo de hacer
obra misionera para Cristo. No han entendido su responsabilidad
de trabajar como creyentes consagrados y devotos que tratan de
impartir la luz a los que están en tinieblas, mostrando así la santidad
que Dios acepta. No exaltaron los principios de la reforma pro salud,
a la cual algunos se opusieron; otros estaban sólo medio convertidos
en el asunto del régimen alimentario reformado.
Para algunos el pensamiento principal al emprender la obra de un
sanatorio ha sido mostrar “lo que yo puedo hacer”. No se sentaron
primero para calcular el costo, preguntándose si, luego de emprender
la obra, podrían llevarla a cabo aceptablemente y con éxito en el
temor y el amor de Dios. En Iugar de actuar con precaución, ejer-
ciendo la más estricta economía en cada paso, hicieron inversiones
con capital prestado. Estaban seguros de que podrían llevar a cabo
la obra sin pérdida y que pagarían pronto sus deudas. No elaboraron
sus planes con temor y temblor, y ocasionaron dificultades a la causa
que su trabajo debía representar.
Si nuestros médicos estuvieran dispuestos a unirse con hombres
que han tenido buen éxito en el manejo financiero; si trabajaran
gozosamente en forma humilde, hasta que las ganancias de su obra
les permitieran expandirse; si rechazaran resueltamente acumular
deudas, evitarían pesares para ellos mismos y para sus hermanos.
Si dependieran de la ayuda de Dios, colocando su confianza en él y
mostrándose dispuestos a empezar en forma pequeña y a permitir
que el mérito de su labor hablara por sí solo, si tuvieran motivos
santificados, si se decidieran a ejercer una influencia salvadora en el
mundo, serían bendecidos en su labor, y se fundarían muchos más
sanatorios representativos de la verdad.
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