Página 300 - El Ministerio M

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La sencillez en el mobiliario
De acuerdo con la labor que Dios nos ha dado para realizar en
estos últimos días, se deben utilizar cuartos amueblados en forma
menos costosa de lo que usted desea. Sus ideas no son moldeadas ni
forjadas por un verdadero concepto práctico de lo que significa andar
humildemente con Dios. Usted considera la apariencia como el gran
canal para elevarse hasta obtener el éxito. Esto es un engaño. Usted
trata de dar una apariencia que de ninguna forma es apropiada para la
obra que Dios le ha encomendado, una apariencia cuya preservación
insumiría una gran suma de dinero. No podemos consentir en tener
los cuartos del sanatorio amueblados de acuerdo con la idolatría de
la época, aunque ello aumentara el patrocinio. La influencia cristiana
es de más valor que esto.
El deseo de ostentación es como un cáncer que siempre está
carcomiendo los órganos vitales. La apariencia es un tirano inmi-
sericorde. Usted debe estar en guardia contra su inclinación por la
apariencia y la diversión. Es un error suponer que al mantener una
apariencia exterior usted obtendrá más pacientes y de esta forma más
recursos. Los daños resultantes de tal conducta no le han aparecido
todavía, pero lo harán si no se precave...
La manera de Dios es mejor
Dios no mira la apariencia, sino el corazón. Se deben tomar me-
didas bien asesoradas. Nada debe invertirse en forma extravagante.
Queremos construir un sanatorio, no porque deseemos exaltarnos,
sino porque deseamos honrar a Dios y representar en forma adecua-
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da la verdad, que ha sido desvirtuada. Nuestros principios religiosos
peculiares deben ser magnificados y exaltados en esta institución.
Nunca se los debe esconder.
La forma de proceder del Señor es siempre la mejor. Estaremos
seguros mientras sigamos a quien dice: “Aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón”. Si Cristo, la majestad del cielo, es
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