Sin ostentación exterior
Nuestros médicos deben mostrar una sencillez como la de Cristo
en toda esfera de su obra. Si están vestidos con la panoplia del cielo,
la mansedumbre y la humildad de Cristo, tendrán éxito verdade-
ro. Pero la conformidad con el mundo, la obtención de su favor
y reconocimiento, ocasionará debilidad. No debe hacerse ninguna
concesión tal. Nuestra esperanza y fortaleza no dependen de las
apariencias. Los que se dejan influir contra la verdad por la carencia
de extravagancia en la casa, en el mobiliario, el vestido y el equipo,
muestran que son incapaces de comprender el mérito de la verdad.
Éstos no pueden apreciar el evangelio de Cristo. Se deshonra a Dios
cuando los que se relacionan con la obra que debe preparar el pueblo
para permanecer firme ante el examen del tiempo de prueba que está
ante nosotros, lo abandonan a él por seguir las modas del mundo...
No debéis buscar la popularidad que se ha apartado de la senci-
llez de Cristo. Dios debe ser vuestro líder. Los que son cristianos
se sostendrán en la fortaleza de Dios. Mostrarán en su vida la supe-
rioridad que otorga Dios a sus súbditos obedientes, que son leales a
sus mandamientos. Los que creen en la verdad nunca se avergonza-
rán del evangelio de Jesucristo. Los principios de la verdad deben
permear todas nuestras instituciones médicas. Entonces, cuando los
que hayan seguido las costumbres y modas del mundo vengan en
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su sufrimiento a estas instituciones, verán una sencillez que encan-
tará a sus sentidos. Sentirán la presencia invisible de los ángeles
celestiales.—
Manuscrito 172, 1899
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