Página 306 - El Ministerio M

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A un administrador inexperto
Usted debe colocarse siempre en la posición de la persona con
quien se relaciona, y ver cómo se sentiría bajo circunstancias si-
milares; y entonces actuar como quisiera que los demás actuaran
con usted, para que no haya la posibilidad de ensombrecer en forma
alguna la preciosa causa de la verdad. Ésta no debe ser censurada
a causa del amor a la ganancia de unos pocos pesos o centavos.
Que en ninguna ocasión se dé motivo a alguien para que diga que
los adventistas del séptimo día alguna vez han realizado acciones
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mezquinas. Lo que segarán será el desprecio. Que todas nuestras
transacciones comerciales se presenten puras y sin mancha delante
del mundo y de los de nuestra fe. No permita que su proceder sea
de tal carácter que requiera explicaciones para hacerla aparecer de
alguna forma en una luz favorable.
Que todos vean que esta institución se dedica a fomentar la feli-
cidad y el bienestar de nuestros prójimos. Es mejor, mucho mejor,
someterse a algún inconveniente y pérdida que convertirse en mer-
cenario y crear sentimientos de enojo y dejar en otros la impresión
desfavorable de que se ha aprovechado de ellos y se los ha enga-
ñado, y que se vayan con un sentimiento hostil hacia la institución.
Los principios y la moral de la institución deben gobernar siempre
todas las relaciones, hacia los creyentes y hacia los incrédulos, con
principios generosos y bien definidos de nobleza y consideración,
especialmente hacia los que están sufriendo aflicción.—
Carta 26,
1888
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