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El Ministerio Médico
hogareña, y hacen de su permanencia en la institución algo difícil
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para ellos mismos y para los que están a cargo de su educación.
Hay que contrarrestar el descuido de los padres
Que en la institución no se continúe con la educación dañina
recibida en el hogar. No habrá esperanza para estos pobres jóvenes—
perjudicados desde la niñez por la permisibilidad inconsciente—si
la política mantenida en el hogar se continúa en la institución. Que
sean disciplinados sabia y amablemente, y cuando se vea que tratan
de mejorar, esforzándose por ser lo que deben ser, que se les dirijan
palabras de aliento. Pero deben comprender plenamente que no
pueden seguir en la institución la conducta de favorecimiento propio
que mantuvieron en su hogar. Si están dispuestos a comenzar por el
principio, si están decididos a vencer todo problema, mejorarán. ...
El descuido de sus padres ha hecho la preparación de ellos
mucho más difícil de lo que habría sido de otro modo. No paséis
por alto ningún trabajo que se haya dejado sin hacer; pero no les
echéis la culpa ni los regañéis. Esto no vencerá la dificultad, más los
avergonzará y los desanimará. De la forma más afable, decidles que
el descuido del pasado debe remediarse; de lo contrario, no podrán
permanecer en la institución. Se debe señalar la necesidad de una
reforma. Deben ser alentados a cambiar los hábitos equivocados y a
establecer los correctos.
Los que simpatizan con el que causa gran perplejidad por su falta
de decisión para remediar los defectos de su preparación también
necesitan que alguien trabaje con ellos. Mostradles que es su deber
ayudar a los que tienen tanto por superar. Los que ocupan puestos
de responsabilidad en una institución pueden estropear a jóvenes
y señoritas al simpatizar en forma indebida con ellos, mimándolos
y escuchando sus quejas. Los que hacen esto muestran que ellos
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mismos necesitan reforma antes de estar preparados para hacerse
cargo de un sanatorio o de cualquier otra institución en la cual los
jóvenes se educan.
Esta es una rama de la obra médica misionera que debe promo-
verse en nuestros sanatorios. Y oh, cuán cuidadosos debieran ser los
que están a cargo de ella, de no cometer ningún error. Los que junto