Página 317 - El Ministerio M

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Los sanatorios y la educación
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miento de compulsión, malhumorados, que actúan como si quisieran
escapar rápidamente del trabajo pesado que alguien debe hacer, son
de poca ayuda para la institución. Una obediencia mecánica puede
ocultar el fuego ardiente de la rebelión, pero estar lista a manifestarse
en cualquier momento contra las restricciones. En el servicio de los
tales no hay paz, luz ni amor. La atmósfera que rodea sus almas no
es fragante. La influencia de sus palabras y acciones se ejerce sobre
los demás, y esta influencia es un daño hasta para los que tratan
de hacer lo mejor en cualquier posición donde se los coloque. La
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autocompasión deteriora el carácter de los que la han albergado, y
ejerce una influencia que estropea la felicidad de otros.
Un trato paciente con los que yerran
Quien esté a cargo de los que yerran en ningún caso debe irri-
tarse o regañar. No debe dar cabida a la impaciencia ni perder el
control propio. Llámelos aparte y dígales que no se permiten tales
exhibiciones, y que deben cambiar su espíritu. Dígales que para su
propia educación, el hecho de pensar que necesitan simpatía es lo
más insensato que pueden hacer. Ore con ellos; luego deles su tarea,
como Dios nos da a cada uno la nuestra. El ha dado a cada persona
su trabajo de acuerdo con sus diversas habilidades.
Si después de buscar cabal y pacientemente el mejoramiento
de estos jóvenes, no cambian, debe decírseles claramente que no
pueden seguir en la institución. Que su lugar se deje para los que no
serán una carga. ...
No debe haber esclavitud. El servicio de todos debe ser alegre y
dispuesto. Pero los que educan a la juventud en nuestras instituciones
tienen que trabajar contra una desventaja. Hay muchos que en su
vida hogareña recibieron una educación imperfecta. A menudo la
madre se convierte en la esclava de sus hijos, y al hacerlo así descuida
su tarea más importante: la de preparar a sus hijos para valerse por
ellos mismos, con el fin de practicar hábitos de limpieza, orden y
minuciosidad en las cosas pequeñas de la vida. ...
Cuando tales jóvenes alcanzan la edad de la responsabilidad y de
velar por ellos mismos, son inmanejables e indisciplinados. Puede
ser que tengan el deseo de entrar a alguno de nuestros sanatorios para
estudiar enfermería. Vienen, pero con los defectos de su preparación