Página 337 - El Ministerio M

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Esfuerzos diarios en la ganancia de almas
Nuestra fe en las realidades eternas es débil y nuestro sentir
del deber es pequeño, en vista de las oportunidades que tenemos
para dirigir las almas al Salvador como nuestra única esperanza. No
debemos ser fríos e indiferentes con relación a ofrecer remedios
eficaces para la curación del alma. Nuestro deber es hacer que la
verdad se conozca, no en nuestra propia fuerza, sino en la fe fuerte,
en la seguridad y la confianza que Dios imparte.
No debe permitirse que pase un día en nuestros sanatorios sin
que se haga algo para la salvación de las almas. Debemos ofrecer
oraciones especiales por los enfermos, tanto al estar con ellos, como
alejados de su presencia. Entonces, cuando inquieran por el remedio
para el pecado, nuestra propia alma, suavizada por el Espíritu Santo,
estará radiante con un deseo de ayudarlos a ofrecer el corazón a
Dios...
Un servicio fiel
Todas las enfermeras y auxiliares deben dar tratamientos y cum-
plir otras clases de servicio de una manera tan delicada y reverente—
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y sin embargo tan sólida, plena y alegre—, que el sanatorio demues-
tre ser un refugio de descanso. El obrero debe actuar individualmente
como un cristiano en cualquier tipo de tratamiento que se dé al en-
fermo y al afligido en una institución médica. Debe permitir que su
luz brille en buenas obras. Sus palabras han de magnificar al Señor
Jesucristo. En lugar de esperar que se presenten grandes oportu-
nidades antes de hacer algo, debe emplear de la mejor manera los
talentos que Dios le ha otorgado, para que éstos aumenten constan-
temente. No necsita pensar que debe guardar silencio acerca de los
temas religiosos. Doquiera esté, allí es su campo, en el cual ha de
representar fervientemente en palabra y acción el poder salvador
de la verdad. No debe esperar hasta que los demás actúen. Él tiene
personalidad propia, y es responsable ante Cristo, cuyo siervo es,
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