Una responsabilidad sagrada
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esta forma recibirán la llave del conocimiento, y extraerán tesoros de
pensamiento para el enriquecimiento de otras mentes: pensamientos
que serán la salvación de las almas. Las circunstancias requerirán
palabras, decisiones en favor de lo correcto, y muchos serán atraídos
en la debida dirección. Tal es el resultado siempre que los hombres
que aman la justicia, la temperancia y la verdad implantan en las
mentes los principios del bien. Las palabras y las obras que fluyen
del amor y el temor a Dios se convierten en una bendición general:
una bendición que llega a los caminos y vallados apartados de la
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vida.
Los hombres que andan a la luz de Cristo como lo hizo Enoc,
siempre ejercerán dominio propio aun bajo la tentación y la pro-
vocación. Aunque probados por la perversidad y la obstinación de
los demás, no permiten que el impulso los domine. Si andáis en la
luz, daréis evidencia de un poder divino combinado con el esfuerzo
humano, y otros verán que sois guiados y enseñados por Dios. Sen-
tiréis que el Atalaya divino está a vuestro lado escuchando vuestras
palabras.
Debe albergarse la pureza de los pensamientos como indispen-
sable para la obra de influir sobre otros. Debe existir una atmósfera
pura y santa que rodee al alma, una atmósfera que tienda a reavivar
la vida espiritual de todo el que la inhale.—
Carta 6a, 1890
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