Gozaos en el señor
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abierta y valerosamente, y manifestad siempre la mansedumbre de
Cristo.
El Señor desea que los miembros de la familia de obreros en
Loma Linda sean canales de luz. Si abrimos en forma constante el
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corazón y la mente hacia la influencia celestial, dando cabida al con-
suelo de la gracia de Cristo en el corazón, su presencia se revelará.
Que la sinceridad y el celo penetren en vuestra vida. No volváis
atrás. El Señor es nuestro colaborador, nuestro guía, nuestro escudo
y nuestra recompensa extraordinariamente grande. No permitáis que
la ligereza tenga parte en vuestra experiencia, mas cultivad la dispo-
sición alegre; ésta es una gracia excelente. No podemos permitirnos
ser descuidados con nuestras palabras y nuestro comportamiento...
Todos tenemos mucho que agradecer; abramos los labios en ala-
banza y agradecimiento a Dios. Acerquémonos al Señor Jesús y reco-
nozcamos cada día nuestras obligaciones ante él. Él ha hecho posible
que alcancemos una vida muy feliz, aun en este mundo de pecado,
y nos ofrece la esperanza de estar continuamente en su presencia
en el reino que está preparando para su pueblo. Estos pensamientos
¿no arrancarán de nosotros alabanza y agradecimiento?—
Carta 260,
1907
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