Página 399 - El Ministerio M

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Educad al enfermo
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se las debe abandonar por razones de salud. El uso corriente de la
carne ha acarreado una influencia perjudicial sobre la constitución
moral tanto como sobre la física.
Si la mala salud, en una variedad de formas, pudiera ser rastrea-
da hasta sus causas revelaría ser el resultado seguro del consumo
de carne. El reemplazo de las carnes por platos saludables y bien
presentados... colocaría a un gran número de enfermos y dolientes
en una situación clara de recuperación de su salud, sin el uso de
fármacos. Pero si los médicos alientan a sus pacientes inválidos a
mantener una dieta a base de carne, entonces se hará necesario el
uso de medicamentos.
Los fármacos siempre tienen una tendencia a quebrantar y des-
truir las fuerzas vitales, y la naturaleza se imposibilita de tal forma
en sus esfuerzos que el inválido muere, no porque debía morir, sino
porque la naturaleza fue violentada. Si se la hubiera dejado sola,
habría ejercido los mayores esfuerzos para preservar la vida y la
salud. La naturaleza no necesita de la ayuda que muchos afirman
haberle dado. Quitad las cargas que se han colocado sobre ella, de
acuerdo con las costumbres de la moda de esta época, y veréis en
muchos casos que la naturaleza se aliviará a sí misma. El uso de
medicamentos no es favorable ni natural a las leyes de la vida y la
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salud. La medicación con fármacos da a la naturaleza dos cargas que
superar en lugar de una. Tiene dos serias dificultades que vencer, en
vez de una.
Hay ahora una necesidad verdadera, aun entre los médicos y
los reformadores en el área del tratamiento de la enfermedad: que
hagan mayores esfuerzos para llevar adelante y arriba la obra por
ellos mismos, y que instruyan a los que esperan que ellos, con su
habilidad médica, averigüen la causa de sus enfermedades. Debieran
llamar su atención de una manera especial a las leyes que Dios
ha establecido, las cuales no se violan impunemente. Se espacian
demasiado en los efectos de la enfermedad; pero, en general, no
llaman la atención a las leyes que uno debe obedecer en forma
sagrada e inteligente para prevenir la enfermedad.