Siembra y cosecha
No se ha dicho demasiado en el mundo para vindicar y exaltar
la genuina obra médica misionera. Conectada con otras ramas de la
obra evangélica, la obra médica misionera es el instrumento por el
cual se prepara el terreno para la siembra de la semilla de la verdad,
y también el instrumento con el que se recoge la cosecha. Si todos
nuestros ministros hubieran recibido y practicado la luz que Dios
había dado en relación a la reforma pro salud, los necesitados y los
parias encontrarían más cabida en todo esfuerzo evangelístico en
una extensión mucho más amplia de lo que ha sucedido hasta ahora.
Con la obra médica misionera actuando como la mano ayudadora
del ministerio del evangelio, los enfermos serían restaurados a la
salud y muchas almas serían llevadas a la luz...
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El evangelio de Cristo debe estar atado con la obra médica misio-
nera, y la obra médica misionera debe estar ligada al ministerio del
evangelio. El mundo necesita los esfuerzos de médicos misioneros
que estén vinculados con el mensaje del evangelio. Los ministros del
evangelio no pueden gastar su tiempo y fortaleza en hacer la obra
que necesita llevarse adelante en esta rama, pero por la influencia de
la pluma y la voz ellos pueden reforzar esta obra. Deben considerar-
la como la mano ayudadora del evangelio, colocando en ella gran
aprecio por ser el medio de preparar los corazones para la siembra
de la semilla de la verdad, y para atraer muchos a Cristo.
Los ministros deben combatir la enfermedad
A menudo el ministro será llamado a desempeñar el papel de mé-
dico. Él debe tener una preparación que lo capacite para administrar
los remedios más sencillos para el alivio del doliente. Los ministros
y los obreros bíblicos debieran prepararse para esta línea de trabajo,
pues al hacerlo están siguiendo el ejemplo de Cristo. Ellos también
debieran estar preparados por instrucción y práctica para combatir la
enfermedad del cuerpo, como lo están para sanar el alma enferma de
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