Página 472 - El Ministerio M

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Enseñad la abnegación
La obra que habéis estado haciendo en las ciudades tiene la
aprobación de Dios... Lo que habéis hecho demuestra que si nuestros
médicos y ministros trabajan unidos en la presentación de la verdad
a la gente, se pueden alcanzar más personas de las que han sido
influidas sólo por la obra del ministro...
Presentad al pueblo la necesidad de resistir la tentación de com-
placer el apetito. Es aquí donde muchos fallan. Explicadles cuan
íntimamente están relacionados el cuerpo y la mente y mostradles la
necesidad de mantener a ambos en la mejor condición posible. Las
charlas acerca de salud que dais en las reuniones serán uno de los
mejores medios de hacer publicidad a nuestros sanatorios...
Abstinencia y salud
La mente de cada enfermo debe ser inducida a aferrarse de la
esperanza de liberación de algún peligro especial. Dirigidles palabras
optimistas, palabras de aliento. A algunos que patrocinan nuestros
sanatorios, el Señor sanará si se abstienen del uso del licor y de las
drogas, y utilizan medios sencillos e inofensivos para contrarrestar
la enfermedad ocasionada por un apetito pervertido. Si hacen su
parte para quebrantar el ensalmo del enemigo mediante una firme
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resistencia a la tentación, y se rinden a Aquel que dio su vida por las
almas pecaminosas, llegarán a ser hijos e hijas de Dios.
Todos los que complacen el apetito malgastan las energías físicas
y debilitan el poder moral, tarde o temprano sentirán la retribución
que sigue a la transgresión de la ley física.
Cristo dio su vida para comprar la redención para el pecador.
El Redentor del mundo sabía que complacer el apetito estaba oca-
sionando la debilidad física y el embotamiento de las facultades
perceptivas para que las cosas sagradas y eternas no se discernieran.
Él sabía que la complacencia propia estaba pervirtiendo las faculta-
des morales, y que la mayor necesidad del hombre era la conversión
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