Tolerancia con las opiniones ajenas
Debemos recordar que hay una inmensa diversidad de mentes en
el mundo, y no podemos esperar que todos consideren exactamen-
te el tema de la alimentación como nosotros lo hacemos. No toda
mente corre exactamente por el mismo canal. Yo no como mante-
quilla, pero hay miembros de mi familia que lo hacen. Ésta no se
coloca en mi mesa; pero no me disgusto si algunos miembros de
mi familia eligen consumirla ocasionalmente. Muchos de nuestros
hermanos entendidos tienen mantequilla sobre sus mesas, y no me
siento obligada a tratar de forzarlos a tomar una conducta contraria.
Nunca debe permitirse que estas cosas hagan separación entre los
hermanos. No puedo ver la necesidad de la mantequilla donde existe
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abundancia de frutas y de crema esterilizada. Se les debe permitir
seguir sus propias convicciones a los que aman y sirven a Dios.
Puede ser que no nos sintamos justificados en hacer lo que ellos
hacen, pero no debemos permitir que surjan diferencias de opiniones
que causen separación. Quiera el Señor ayudarnos a ser tan firmes
como una roca en los principios dados en el Sinaí, y a no permitir
que las diferencias de opinión se erijan como barreras entre nosotros
y nuestros hermanos.—
Carta 331, 1904
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