Llamamiento a los padres
El Señor abreviará su obra en justicia. La tierra se ha corrompido
bajo sus habitantes. Hay enfermedades de toda clase que afligen a la
familia humana. La miseria creada por la corrupción que hay en el
mundo a causa de la concupiscencia está creciendo de una manera
impresionante por causa de crímenes de toda índole. El robo, el
asesinato, la sensualidad y la crueldad de los poderes satánicos: éstos
y muchos otros males se ven por todas partes. Estamos rodeados de
peligros invisibles.
¿Cuándo tomarán su lugar los que conocen la verdad para colo-
carse del lado de los principios correctos para esta vida y la eterni-
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dad? ¿Cuándo serán fieles a los principios de la reforma pro salud?
¿Cuándo entenderán que es peligroso consumir carne?
Se me instruye a decir que si alguna vez el consumo de carne
fue seguro, ya no lo es. Se llevan animales enfermos a las grandes
ciudades y a las villas para venderlos como alimento. Muchas de
estas pobres criaturas habrían muerto de enfermedad en un corto
tiempo si no las hubieran sacrificado; sin embargo, los cuerpos
muertos de estos animales son preparados para el mercado, y la gente
ingiere libremente este alimento venenoso. Tal dieta contamina la
sangre y estimula las pasiones bajas.
Muchos padres actúan como si estuvieran privados de razona-
miento. Están en un estado letárgico, paralizados por la gratificación
del apetito pervertido y las pasiones degradantes. Nuestros ministros,
quienes conocen la verdad, deberían despertar a los miembros de
nuestro pueblo de su letargo e inducirlos a abandonar las cosas que
crean un apetito por el consumo de carne. Si no se reforman, perde-
rán su poder espiritual y se rebajarán más y más por la complacencia
pecaminosa. En muchos hogares se practican hábitos que disgustan
al universo celestial, hábitos que degradan a los seres humanos por
debajo del nivel de bestias. Que todos los que conocen la verdad
digan “que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra
el alma”.
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