Deben darse conferencias
Al tratar con los pacientes en nuestros sanatorios, debemos razo-
nar de causa a efecto. Debemos recordar que los hábitos y prácticas
de toda una vida no se pueden cambiar en un momento. Con un
cocinero inteligente, y un suministro abundante de alimentos saluda-
bles, se pueden introducir reformas que obren para el bien, pero eso
tomará tiempo. No debe hacerse un esfuerzo enérgico a menos que
se necesite en realidad. Debemos recordar que la alimentación que
agradaría a un reformador de la salud puede parecer muy insípida a
los que han estado acostumbrados a alimentos altamente sazonados.
Deben darse conferencias para explicar por qué son esenciales
las reformas en la alimentación, para mostrar que el uso de los
alimentos muy sazonados ocasiona inflamación de las delicadas
membranas de los órganos digestivos. Que se muestre por qué como
pueblo hemos cambiado nuestros hábitos de comer y beber. Mostrad
por qué descartamos el tabaco y todo licor embriagante. Exponed los
principios de la reforma pro salud clara y sencillamente; y al hacerlo,
colocad en la mesa abundantes alimentos saludables, preparados con
buen gusto; y el Señor os ayudará a hacer patente la necesidad de la
reforma, y hará que los pacientes vean que esta reforma es para su
más alto bien. Ellos extrañarán la alimentación muy sazonada a la
cual han estado acostumbrados, pero se deben hacer esfuerzos para
darles alimentos tan saludables y apetitosos que al comerlos cesen de
extrañar esos platos dañinos. Mostradles que los otros tratamientos
que se les brindan no los beneficiarán a menos que hagan el cambio
que se necesita en sus hábitos de comer y beber.—
Carta 331, 1904
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