El ministro debe salvaguardar su salud
El propósito de Dios no es sólo que sus siervos tengan fe en la
obra de sus instituciones; él quiere que vayan aún más lejos. Deben
comprender que Dios desea que sean ejemplos vivos de lo que
significa estar bien, física y espiritualmente. Él quiere que muestren
evidencias de que la verdad ha realizado un gran trabajo en su favor.
La gente que asiste a nuestras conferencias no siempre está en
un estado adecuado para juzgar correctamente. Muchos sufren de
congestión cerebral. Otros de los que frecuentan nuestras asam-
bleas debieran hacer primero todo lo que esté a su alcance para
relacionarse debidamente con Dios y con la salud. Si la cabeza está
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congestionada, que indaguen para saber qué anda mal. El cerebro
está congestionado porque hay algo que perturba el estómago. Que
descubran lo que está errado en su régimen alimentario. Nuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, y si fracasamos en hacer todo
lo que esté a nuestro alcance para colocar el cuerpo en la mejor con-
dición de salud, estamos robando a Dios el honor que le debemos
como seres creados por él.
Si usted es llamado para asistir a una reunión de concilio, pre-
gúntese si sus facultades de percepción están en buenas condiciones
como para poder pesar la evidencia. Si su condición no es saludable,
si tiene el cerebro confundido, no debe tomar parte en la reunión.
¿Esta usted malhumorado? ¿Es su temperamento dulce y fragante,
o está tan perturbado y antipático que será inducido a tomar deci-
siones apresuradas? ¿Siente como si deseara pelear con alguien?
Entonces, no vaya a la reunión; pues si lo hace deshonrará a Dios
con seguridad. Tome un hacha y corte madera o empléese en algún
ejercicio físico hasta que su espíritu se serene y sea fácil de tratar.
Tan ciertamente como el estómago le crea perturbación al cerebro,
sus palabras crearán perturbación en la reunión. Los órganos diges-
tivos perturbados ocasionan más dificultades de lo que muchos se
imaginan.
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