Página 555 - El Ministerio M

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Un sanatorio cerca de Nueva York
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Los que están empeñados en la obra difícil y exigente de las
ciudades deben recibir el mayor aliento posible. Que no estén sujetos
a críticas injustas de parte de sus hermanos. Debemos atender a los
obreros del Señor que están llevando la luz de la verdad a los que
están en las tinieblas del error. Se nos ha presentado una alta norma.
Todo ministro del evangelio debe ser amigo de los pobres, los
afligidos y los oprimidos entre los creyentes del pueblo de Dios.
Cristo siempre fue amigo de los pobres, y los intereses del pobre
se deben proteger sagradamente. Muy a menudo ha habido una
impresionante escasez de la compasión y el interés misericordioso
de Cristo hacia los pobres y los afligidos. El amor, el amor sagrado
y refinado, debe ejercerse en favor de los pobres y desafortunados.—
Carta 168, 1909
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