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El Ministerio Médico
el mensaje que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna?” El Hijo de Dios pisó esta tierra. Vino a traer
luz y vida a los hombres, a liberarlos de la esclavitud del pecado.
Y vendrá otra vez con poder y gran gloria, para recibir a los que
durante esta vida hayan seguido en sus huellas.
Su nombre debe honrarse
¡Oh, cuánto deseo ver a los que afirman ser médicos misioneros
honrar al Gran Ejemplo, demostrando en su vida lo que comprende
la declaración de ser un médico misionero! Quisiera que estuvieran
aprendiendo de la mansedumbre y la humildad del Salvador. Mi co-
razón se apena al pensar que Cristo es tan enormemente defraudado
por sus seguidores. Ellos llevan un nombre cuya vida diaria no les
da derecho a ostentar.
Debemos ser santificados, alma y cuerpo, por medio de la verdad;
entonces honraremos el nombre de médico misionero. ¡Oh, este
nombre significa tanto! Requiere una representación completamente
distinta de la que han dado muchos que así se han autodenominado.
Pronto comprenderán ellos cuánto se han apartado de los principios
del cielo, y cuán grandemente han contristado el corazón de Cristo.—
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Carta 117, 1903
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