La fuente del éxito
El Señor nos ha instruido respecto a que todos nuestros sana-
torios deben ser dirigidos, no como si el éxito de la obra hecha se
debiera a la habilidad o al conocimiento de los médicos, sino al
poder divino unido al médico. El Gran Sanador debe ser magnifi-
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cado. Debe demostrarse que el favor de Dios está en la institución
debido a que allí se respetan los principios de la reforma a favor de
la salud y se reconoce a Cristo como el Médico Jefe. En el pasado
nuestros sanatorios han sido un medio de bendecir y de mejorar a la
humanidad, y continuarán siéndolo si se manejan en la forma debida.
Si la verdad se representa de un modo correcto, los que patrocinan
nuestros sanatorios sabrán mucho de sus principios, y muchos se
convertirán. Estas instituciones me han sido presentadas como haces
de luz que muestran la verdad como es en Jesús. El Señor Jesús es el
gran Ministro de la curación y su presencia en nuestras instituciones
ha tenido sabor de vida para vida. Cristo vino al mundo como el
gran Médico de la raza humana. Nuestros sanatorios, doquiera estén
establecidos, deben ser fuerzas educadoras. El Señor se complacería
de ver que ustedes y sus colaboradores organizan su obra para que
lleve a cabo un trabajo más especial en las líneas religiosas.
Ha sido maravilloso el resultado del plan de Dios en el esta-
blecimiento de tantas instituciones de salud. La intemperancia de
toda clase está tomando al mundo cautivo, y los que son verdade-
ros educadores en este tiempo, los que instruyen con abnegación y
sacrificio propio, tendrán su recompensa. Ahora es nuestro tiempo,
ahora es nuestra oportunidad para hacer una obra bendecida.—
Carta
50, 1909
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