Cristo otorga alivio y curación
Se me ha dado la instrucción de que en nuestras instituciones
debemos guiar a los enfermos a esperar grandes cosas debido a la fe
del médico en el gran Sanador, quien en los años de su ministerio
terrenal, fue por las ciudades y villas de la tierra sanando a todos los
que vinieran a él. Ninguno fue enviado de vuelta vacío; él los sanó a
todos. Permítase que el enfermo comprenda que, aunque invisible,
Cristo está presente para traer alivio y curación.—
Carta 82, 1908
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