Las relaciones con los demás
103
brarán los rincones de la mente y el corazón. En nuestra adoración
a Dios no habrá distinción entre el rico y el pobre, el blanco y el
negro. Todo prejuicio racial desaparecerá. Cuando nos acerquemos
a Dios, será como una sola hermandad. Somos peregrinos y advene-
[108]
dizos, destinados a un mundo mejor, el celestial. Allí todo orgullo,
toda acusación, todo engaño propio, se terminarán para siempre.
Toda máscara será puesta a un lado, y le “veremos como él es”. Allí
nuestros cantos capturarán el tema inspirador, y la alabanza, y el
agradecimiento ascenderán a Dios.—
The Review and Herald, 24 de
octubre de 1899
.
Las distinciones de la sociedad deben llegar a ser desprecia-
bles
—La cruz del Calvario debe hacer que las distinciones de la
sociedad desaparezcan y lleguen a ser despreciables. Si el Señor es
tan misericordioso como para aceptar pecadores de la raza blanca y
perdonar sus pecados, extenderles la seguridad de la vida eterna, la
esperanza de un lugar en la familia redimida cuando venga en las
nubes de los cielos, y levantar a los justos muertos de sus tumbas
para encontrarse con él, ¿no aceptará pecadores de la raza negra, y
no perdonará sus pecados? ¿No los aceptará, si creen en él, como
sus hijos e hijas? ¿No los elevará de su ignorancia y degradación
por medio de su plan? ¿No desea él, por medio de la favorecida
raza blanca, quienes dicen ser hijos del mismo Padre, elevarlos y
ennoblecerlos?—
Manuscrito 70, 1902
.
La separación racial no es permanente
—Se han erigido pa-
redes de separación entre los blancos y negros. Estas paredes de
prejuicios se desplomarán tal como las murallas de Jericó, cuan-
do los cristianos obedezcan la Palabra de Dios, que ordena amor
supremo al Hacedor y amor imparcial al prójimo. ...Permitid que
cada iglesia cuyos miembros dicen creer la verdad para este tiempo,
contemplen a esta raza descuidada, oprimida, que como resultado
de la esclavitud ha sido privada del privilegio de pensar y actuar por
si misma.—
The Review and Herald, 17 de diciembre de 1895
.
Es mejor que no ignoremos la discriminación racial existen-
te
—Me siento abrumada, tremendamente abrumada, por la obra
entre las personas de color. El Evangelio debe ser presentado a la
oprimida raza negra. Pero se deberá tener gran precaución en los
esfuerzos realizados por levantar a esta gente. Entre los blancos
existe un fuerte prejuicio en muchos lugares en contra de la raza