Página 112 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
descuidada y desconsiderada, no deberán descender a su nivel, ni
participar en pláticas bajas y frívolas, sino elevar sus peticiones al
cielo, para que el Dios de toda gracia guarde sus almas en el amor
de Cristo. Cuando los obreros estén así conectados con Dios, habrá
crecimiento continuo en cada iglesia bendecida con esta labor en
Míchigan.—
Sermons and Talks, 73, 74
.
Muchos ministros pueden hablar de doctrina, pero son ig-
norantes en cuanto a las lecciones de Cristo
—El ministro no le
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puede dar a otros aquello que él mismo no posee. Si Cristo no mora
en el alma, ¿cómo puede ser presentado a otros con armoniosas
palabras de amor? Muchos son capaces de hablar acerca de puntos
doctrinales, pero son ignorantes acerca de las lecciones de Cristo.
Tales hombres no pueden ser una bendición ni en el púlpito, ni en el
seno de los hogares.—
The Review and Herald, 2 de septiembre de
1890
.
El amor genuino por Cristo guiará directamente a una obe-
diencia sincera de toda la ley de Dios
—Aunque los hombres pro-
fesen regocijarse en la intercesión y la gracia de Jesucristo, no debe
olvidar que la armonía con Cristo no puede ser ganada mientras haya
un espíritu de en su corazón en contra de los mandamientos de su
Padre. El amor, un amor genuino a Jesucristo, guiará directamente
a una obediencia sincera de toda la ley de Dios, y habrá el más
profundo arrepentimiento cada vez que quebranten, o enseñen al
hombre con su ejemplo a quebrantar uno de los mandamientos más
insignificantes de Dios. Los ministros que calman la conciencia de
la gente al participar con ellos en la transgresión por cualquier causa,
se están regocijando en la iniquidad. Y cuando Cristo venga para
juzgar, los corazones más obstinados, los jactanciosos más confia-
dos de sus logros religiosos mientras quebrantaban la ley de Dios,
se desmayarán y fallarán, y entonces toda excusa será silenciada,
todo corazón corrupto en su desobediencia será revelado tal cual es.
Habrán recriminaciones entre los compañeros por echar desprecio
sobre la ley de Dios; pero las denuncias más severas se echarán
sobre el ministro infiel que profesó ser enviado de Dios para ense-
ñarles el camino de la salvación. El tentador y el tentado sufrirán
condenación de acuerdo a su responsabilidad y al daño causado al
guiar a las almas a la transgresión. De todos los crímenes que Dios
castigará, ninguno es a su vista tan grave como aquel que tienta y