El reclutamiento y entrenamiento de voluntarios
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El pastor, los laicos y el trabajo de la iglesia
Los miembros no deben esperar que los ministros hagan su
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trabajo
—No espere que el ministro haga su trabajo; no se duerma
como las vírgenes fatuas, que no tenían aceite en sus lámparas. Tenga
su lámpara llena con el aceite de la gracia de Cristo. Si cada uno en
la iglesia alumbrara a otros con su luz como Dios lo ha designado,
qué obra se haría. Una iglesia viva será una iglesia activa. Traiga
sus talentos a Cristo, y ejercítelos. Piense, medite, vele y ore. Una
unión íntima con Jesús aumentará su poder para hacer el bien, su
intelecto será fortalecido. El tiempo cuando las almas de los hombres
serán probadas está delante de nosotros. Entonces no tendremos un
defensor para reprender al diablo, y suplicar por nosotros.—
The
Review and Herald, 22 de septiembre de 1896
.
Cada miembro tiene una obra que realizar
—Esta hora exige
que se hagan movimientos de avanzada, que una fe perseverante
y resuelta sea ejercida, que un espíritu paciente, de abnegación y
resignación, sea manifestado en cada miembro de nuestras iglesias, y
que cada uno que profese seguir a Cristo llegue a ser un obrero en su
viña espiritual. Los miembros de la iglesia temerosos de Dios pueden
hacer más bien con sus devotos esfuerzos personales que lo que
pueden lograr nuestros ministros cuando no sienten la preocupación
por trabajar de casa en casa. Nuestros ministros ordenados deben
hacer lo que puedan, pero no se debe esperar que un hombre haga
el trabajo de todos. El Maestro ha señalado a cada hombre su obra.
Hay visitas que realizar, hay oraciones que elevar, hay simpatía que
debe ser impartida; y la piedad, el corazón y la mano de toda la
iglesia deben ser usados, si la obra ha de ser terminada. Usted puede
sentarse con sus amigos, y en una agradable conversación social,
hablarles de la preciosa fe de la Biblia.—
The Review and Herald,
13 de agosto de 1889
.
Dios se desagrada de una actitud indolente
—Los que traba-
jan con Dios serán despertados para realizar su obra para el Maestro.
En lugar de hacer tan poco, deben hacer mucho más, y actuar como
si estuvieran sacando las almas como tizones del fuego ardiente.
Dios se desagrada de la conducta indolente de quienes tienen la
luz de la verdad. El tiempo es oro. Manténgase asidos de Dios por
medio de una fe viva, y ejerzan sus facultades al máximo, vitali-