Página 168 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
gran manera de una buena administración de sus varios departamen-
tos por hombres capaces, y hábiles para llenar los puestos para los
cuales fueron nombrados. Los que son escogidos por Dios para ser
líderes en la causa de la verdad, que tienen una visión general de los
intereses espirituales de la iglesia, deben ser aliviados, hasta donde
sea posible, de las cargas y perplejidades de naturaleza temporal.
Aquellos que han sido llamados por Dios para ministrar en palabra
y doctrina deben tener tiempo para la meditación, la oración y el
estudio de las Escrituras. Su discernimiento espiritual claro es opa-
cado si son obligados a resolver los negocios menos importantes, y
a lidiar con los varios temperamentos de todos los que se reúnen en
la iglesia. Todos los asuntos difíciles, de naturaleza temporal, deben
ser llevados a los debidos oficiales, para ser resueltos por ellos. Pero
si estos asuntos son de un carácter tan complejo como para ofuscar
la inteligencia de los oficiales, deben llevarse al concilio de los que
tienen la responsabilidad general de la iglesia.—
The Review and
Herald, 16 de febrero de 1911
.
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La responsabilidad del pastor
Algunas iglesias prosperarían mejor si los ministros dejaran
libre el camino y les permitieran trabajar
—A menudo ocurre
que los pastores se sienten inclinados a visitar casi únicamente
las iglesias, dedicando su tiempo y sus fuerzas a una tarea que no
hará ningún bien. Frecuentemente las iglesia les llevan ventaja a
los ministros que trabajan entre ellas, y prosperarían más si esos
pastores se hicieran a un lado y les dieran la oportunidad de trabajar.
Los esfuerzos de estos ministros para edificar las iglesia lo único que
logran es derribarlas. La teoría de la verdad se presenta una y otra
vez, pero no acompañada del poder vitalizador de Dios. Manifiestan
una negligente indiferencia; esta actitud es contagiosa, y las iglesias
pierden el interés y la preocupación por la salvación de los demás.
De ese modo, mediante su predicación y su ejemplo, los pastores
adormecen a la gente en una seguridad carnal. Si dejaran las iglesias,
y fueran a nuevos campos, y trabajaran para levantar otras iglesias,
descubrirían cuáles son sus habilidades, y cuánto cuesta atraer a las
almas para que se decidan por la verdad. Entonces comprenderían
cuán cuidadosos deberían haber sido para que su ejemplo y su