Página 169 - El Ministerio Pastoral (1995)

Basic HTML Version

El reclutamiento y entrenamiento de voluntarios
165
influencia nunca desanimaran ni debilitaran a aquellos que habían
requerido mucho trabajo arduo, con oración, para convertirlos a
la verdad. “Cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces
tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro”.—
Testimonios para la Iglesia 2:305
.
Cuidar del rebaño incluye darles trabajo para hacer
“Guarda, ¿qué de la noche?”
Isaías 21:11
. ¿Están los centinelas
a quienes se hace esta pregunta en situación de dar a la trompeta un
sonido certero? ¿Están los pastores cuidando fielmente el rebaño del
que deben dar cuenta? ¿Están los ministros de Dios velando por las
almas, comprendiendo que los que están bajo su cuidado han sido
comprados por la sangre de Cristo? Ha de hacerse una gran obra en
el mundo, y, ¿qué esfuerzos estamos haciendo para realizarla? Los
hermanos han oído demasiados sermones; pero, ¿se les ha enseñado
a trabajar por aquellos por quienes Cristo murió? ¿Se les ha pro-
puesto y presentado algún ramo de trabajo de tal manera que cada
uno haya visto la necesidad de tomar parte en la obra?—
Joyas de
los Testimonios 3:64
.
Los ministros no deben buscar primero convertir a los in-
crédulos, sino asegurarse de un ejército de obreros
—Un grave y
tal vez no sospechado impedimento para el éxito de la verdad se
halla en nuestras iglesias mismas. Cuando se hace un esfuerzo para
presentar nuestra fe a los no creyentes, con demasiada frecuencia
[176]
los miembros de la iglesia quedan indiferentes, como si no fuesen
parte interesada en el asunto, y dejan que toda la carga recaiga sobre
el predicador. Por esta razón, la labor de nuestros predicadores más
capaces ha producido a veces poco fruto. Pueden predicarse los
mejores sermones que sea posible dar, el mensaje puede ser preci-
samente lo que la gente necesita, y sin embargo, no se ganan almas
como gavillas que presentar a Cristo.
Cuando trabaje donde ya haya algunos creyentes, el predicador
debe primero no tanto tratar de convertir a los no creyentes como
preparar a los miembros de la iglesia para que presten una coopera-
ción aceptable. Trabaje él por ellos individualmente, esforzándose
por inducirlos a buscar una experiencia más profunda para sí mis-
mos, y a trabajar por otros. Cuando estén preparados para apoyar al
predicador con sus oraciones y labores, mayor éxito acompañará sus
esfuerzos.—
Obreros Evangélicos, 206
.