Página 176 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
cubrimos, debemos seguir trabajando. Un obrero valioso, temeroso
de Dios, compensará todo nuestro esfuerzo, cuidado, y gasto.—
The
Review and Herald, 15 de diciembre de 1885
.
Los pastores como entrenadores
Usted ayuda más a los miembros planeando trabajo para
ellos que predicándoles
—La mejor ayuda que los predicadores
pueden dar a los miembros de nuestras iglesias no consiste en semo-
nearlos, sino en trazarles planes de trabajo. Dad a cada uno un trabajo
que ayude al prójimo. Enseñad a todos que, por haber recibido la
gracia de Cristo, tienen el deber de trabajar por él. Especialmente a
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las personas que hace poco aceptaron la fe, debe enseñárseles a co-
laborar con Dios. Si se los pone a trabajar, los abatidos se olvidarán
muy pronto de su desaliento; el débil se tornará fuerte; el ignorante,
inteligente; y todos aprenderán a presentar la verdad tal cual es en
Jesús. Hallarán una ayuda segura en Aquel que prometió salvar a
quienes se allegan a él.—
Joyas de los Testimonios 3:323
.
Use menos tiempo en predicar y más tiempo estudiando có-
mo enseñar a otros a trabajar
—Nuestros ministros deben llegar
a ser tanto educadores como predicadores. Deben enseñarle a las
personas a no depender de ellos, sino de Cristo. El ministro que
predica dos horas cuando no debe pasarse de una, serviría mucho
mejor a la causa de Dios dedicando esa hora extra en un estudio
serio y cuidadoso para aprender cómo dirigir a otros y enseñarles a
trabajar.—
The Signs of the Times, 17 de mayo de 1883
.
Los ministros deben enseñar a sus miembros cómo traba-
jar
—Cuando Jesús ascendió al cielo, encomendó su obra en la tierra
a los que habían recibido la luz del Evangelio. Habían de hacer
progresar su obra hasta su terminación. No ha provisto ningún otro
medio para la proclamación de la verdad. “Id por todo el mun-
do, y predicad el Evangelio a toda criatura”. “Y, he aquí, yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Esta solemne
comisión nos alcanza en este tiempo. Dios deja con su iglesia la
responsabilidad de recibirla o rechazarla. Muchos parecen descansar
cómodamente, como si mensajeros celestiales fueran a bajar a esta
tierra, para proclamar con voz audible el mensaje de advertencia;
pero mientras los ángeles tienen una obra que realizar, nosotros