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El Ministerio Pastoral
tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así de aquel pan, y beba
de aquella copa”. Porque “cualquiera que comiere este pan o bebiere
esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la
sangre del Señor”. “El que come y bebe indignamente, juicio come
y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor”.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 612
.
La cena del Señor no debe ser celebrada sólo ocasionalmen-
te o anualmente
—La salvación de los hombres depende de una
aplicación continua en sus corazones de la sangre purificadora de
Cristo. Por lo tanto, la cena del Señor no debería ser celebrada sólo
ocasionalmente o anualmente, sino con más frecuencia que la pascua
anual. Este solemne rito conmemora un acontecimiento mucho ma-
yor que la liberación de los hijos de Israel de Egipto. Esa liberación
simbolizaba la gran expiación que Cristo hizo con el sacrificio de
su propia vida para la liberación final de su pueblo.—
Comentario
Bíblico Adventista 6:1090
.
El lavamiento de los pies
Jesús estableció el lavamiento de los pies como una ceremo-
nia religiosa
—Cuando ellos se reunieron para participar de la cena
del Señor, el rito del lavamiento de pies habría de ser establecido co-
mo una ceremonia religiosa.—
The Review and Herald, 21 de junio
de 1898
.
El lavamiento de los pies enseña la humildad de Cristo y
hace que los corazones de los participantes se enternezcan unos
con otros
—Muy a menudo estas ceremonias son consideradas como
una forma, y no como algo sagrado para recordar al Señor Jesucristo.
Cristo las ordenó, y delegó su poder a sus ministros, quienes tienen el
tesoro en vasijas terrenales. Ellos han de cuidar estos ritos especiales
de Aquel que los estableció para que continúen hasta el tiempo del
fin. Es en éstos, sus propios ritos, que él se encuentra con su pueblo
y los vigoriza con su presencia personal. A pesar de que pueda haber
corazones y manos no santificados que administren la comunión,
Cristo está en medio de su pueblo para obrar en los corazones
humanos. Todos los que mantienen ante ellos la humillación de
Cristo en el acto del lavamiento de los pies; todos los que guarden
sus corazones humildes, y mantengan ante su vista el verdadero