Página 194 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
Entendimos por sus oraciones entrecortadas que él tendría parte
en la primera resurrección, y entonces sería hecho inmortal. Dijo,
“Díganle al Hno. Bates que lo veré entonces”. Su vacilante lengua
mencionó con frecuencia ese querido nombre, tan precioso para
el cristiano agonizante—Jesús—en quien estaba centrada toda su
esperanza de vida eterna. Durmió en Jesús unas pocas horas después
que salimos. Mi esposo asistió al funeral. Habían allí muchos pre-
sentes que habían escuchado sus fieles exhortaciones, y las habían
despreciado mientras estaba vivo, y algunos que lo habían tratado
mal a causa de su fe, poco tiempo antes. Miraron el semblante del
muerto, que tenía una sonrisa agradable, y se retiraban del lugar con
los labios temblorosos y los ojos humedecidos. No podíamos menos
que pensar, que aunque estaba muerto, hablaba. Fue el testimonio
de todos los presentes que nunca habían visto una expresión tan
serena y hermosa en el rostro de un muerto. Seguimos al cuerpo
hasta la tumba, donde descansará hasta que los justos resuciten a la
inmortalidad.—
Spiritual Gifts 2:92
.
Los funerales no deben incluir un despliegue de ostentación
y extravagancia
—Con respecto al entierro del sumo sacerdote de
Israel las Escrituras relatan sencillamente: “Allí murió Aarón, y allí
fue sepultado”.
Deuteronomio 10:6
. ¡Qué contraste tan notable hay
entre este entierro, llevado a cabo en conformidad al mandamiento
expreso de Dios, con los que se acostumbran hoy día! En los tiempos
modernos las exequias de un hombre que ocupó una posición elevada
son a menudo motivo de demostraciones pomposas y extravagantes.
Cuando murió Aarón, uno de los hombres más ilustres que alguna
vez hayan vivido, presenciaron su muerte y asistieron a su entierro
solamente dos de sus deudos más cercanos. Y aquella tumba solitaria
en la cumbre de Hor quedó vedada para siempre a los ojos de Israel.
No se honra a Dios en las grandes demostraciones que se hacen a
veces a los muertos y en los gastos extravagantes en que se incurre
para devolver sus cuerpos al polvo.—
Historia de los Patriarcas y
Profetas, 453, 454
.
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