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El Ministerio Pastoral
alma humilde y creyente su casa en la tierra, el lugar donde su pueblo
se reúne para adorarle, es como la puerta del cielo. Los himnos de
alabanza, las palabras habladas por los ministros de Cristo, son los
instrumentos designados por Dios para preparar un pueblo para la
iglesia de lo Alto, para ese culto superior en el que no puede penetrar
nada que sea impuro o profano.—
Mensajes para los Jóvenes, 263
.
Los adoradores deben actuar como si estuvieran en la pre-
sencia visible de Dios
—Cuando se pronuncia la oración de despe-
dida, todos deben permanecer quietos, como si temiesen perder la
paz de Cristo. Salgan todos sin desorden ni conversación, sintiendo
que están en la presencia de Dios, que su ojo descansa sobre ellos y
que deben obrar como si estuviesen en su presencia visible. Nadie se
detenga en los pasillos para conversar o charlar, cerrando así el paso
a los demás. Las dependencias de las iglesias deben ser investidas
con sagrada reverencia. No debe hacerse de ellas un lugar donde
encontrarse con antiguos amigos, y conversar e introducir pensa-
mientos comunes y negocios mundanales. Estas cosas deben ser
dejadas fuera de la iglesia. Dios y los ángeles han sido deshonrados
por la risa ruidosa y negligente, y el ruido que se oye en algunos
lugares.—
Joyas de los Testimonios 2:196
.
Lo formal versus lo informal
El servicio de adoración debe hacerse interesante y atracti-
vo
—Nuestras reuniones deben hacerse intensamente interesantes.
Deben estar impregnadas por la misma atmósfera del cielo. No haya
discursos largos y áridos, ni oraciones formales simplemente para
ocupar el tiempo. Todos deben estar listos para hacer su parte con
prontitud, y cuando han cumplido su deber la reunión debe clausu-
rarse. Así el interés será mantenido hasta el final. Esto es ofrecer a
Dios un culto aceptable. Su servicio debe ser hecho interesante y
atrayente, y no dejarse que degenere en una forma árida.—
Joyas de
los Testimonios 2:252
.
La casa de Dios es la puerta del cielo
—Para el alma humilde
y creyente, la casa de Dios en la tierra es la puerta del cielo. El
canto de alabanza, la oración, las palabras pronunciadas por los
representantes de Cristo, son los agentes designados por Dios para
preparar un pueblo para la iglesia celestial, para aquel culto más