La devoción personal
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de entrar a la obra de ayudar a otros, porque las personas están más
adelantadas que muchos ministros. Ellos deben luchar incansable-
mente en oración hasta que el Señor los bendiga. Cuando el amor de
Dios esté ardiendo en el altar de sus corazones, ellos no predicarán
para exhibir su propia inteligencia, sino para presentar a Cristo quien
quita los pecados del mundo.—
The Review and Herald, 15 de agosto
de 1882
.
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Los ministros aprenden a vivir sin el Espíritu de Dios
—La
razón por la que vemos tan poca manifestación del Espíritu de Dios
es porque los ministros aprenden a vivir sin él. Les falta la gracia
de Dios, les falta tolerancia y paciencia, les falta un espíritu de
consagración y sacrificio; y esta es la única razón por la que muchos
están dudando las evidencias de la Palabra de Dios. El problema no
tiene nada que ver con la Palabra de Dios, sino con ellos mismos. Les
falta la gracia de Dios; les falta devoción, piedad personal y santidad.
Esto los lleva a ser inestables, y los arroja al campo de batalla de
Satanás. Vi que no importa cuán arduamente hayan abogado por
la verdad; cuán santos aparenten ser; cuando comienzan a expresar
su incredulidad en cuanto a algunas de las Escrituras, aseverando
que ellas son las causantes de su duda en cuanto a la inspiración de
la Biblia, deberíamos tenerles miedo; pues Dios está muy lejos de
ellos.—
Testimonies for the Church 1:383, 384
.
Observad celosamente vuestras horas de oración, estudio de
la Biblia y examen de conciencia
—En el gran conflicto que vamos
a tener que afrontar, el que quiera mantenerse fiel a Cristo deberá
penetrar más hondo que las opiniones y doctrinas de los hombres.
Mi mensaje a los predicadores jóvenes y ancianos es este: Observad
celosamente vuestras horas de oración, estudio de la Biblia y examen
de conciencia. Poned aparte una porción de cada día para estudiar
las Escrituras y comulgar con Dios. Así obtendréis fuerza espiritual,
y creceréis en el favor de Dios. El sólo puede darnos aspiraciones
nobles; él sólo puede moldear el carácter según la semejanza divina.
Acercaos a él en oración ferviente, y él llenará vuestros corazones
de propósitos elevados y santos y de profundos y fervientes anhelos
de pureza y claridad de pensamiento.—
Obreros Evangélicos, 105
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