Página 227 - El Ministerio Pastoral (1995)

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La predicación
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Cuando el discurso es demasiado largo, la última parte hace
desmerecer la primera
—Hable brevemente. Sus discursos duran
por lo general el doble de lo que debieran durar. Es posible tratar de
tal manera algo bueno que pierda su sabor. Cuando un discurso es
demasiado largo, la última parte de la predicación debilita lo prece-
dente y disminuye el interés en ello. No divague; vaya directamente
al grano.—
Testimonios para los Ministros, 311
.
Lo que se presenta en la primera hora es de mucho más
beneficio si el sermón termina entonces
—Los que han de ser por-
tavoces de Dios deben saber que sus labios han sido tocados con un
carbón encendido sacado del altar, y deben presentar la verdad con
el poder del Espíritu. Pero los discursos largos cansan al orador y
a los oyentes que tienen que estar sentados tanto tiempo. La mitad
del material presentado beneficiaría más a los oyentes que todo el
conjunto vertido por el orador. Lo que se dice durante la primera
hora vale mucho más, si el sermón termina entonces, que las pala-
bras dichas en otra media hora. Se sepulta entonces lo que se ha
presentado antes.—
Testimonios para los Ministros, 256
.
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